Ciego: con este término se indica, clásicamente, a toda persona cuya función visual está completamente abolida por causas irreversibles. Pero, en realidad, la valoración de esta grave invalidez empieza, desde el punto de vista práctico, mucho antes, es decir, cuando la agudeza visual o el campo visual están tan reducidos que representan un obstáculo insuperable para toda actividad normal que requiera el uso de la vista.
• Los ejemplos típicos están representados, en el primer caso, por los pacientes afectos de degeneración tapeto-retiniana, en los cuales la agudeza visual puede ser buena todavía, pero el campo visual esta estrechado hasta quedar reducido a unos pocos grados, y en el segundo caso por individuos que presentan un cuadro de degeneración macular bilateral grave, con agudeza visual muy reducida (a veces hasta el 1/20), pero conservando límites periféricos del campo visual.
• El gran problema de la asistencia y de la reeducación de las personas ciegas prevé toda una serie de procedimientos para facilitar su reinserción en una vida de relación útil, mediante el aprendizaje de actividades idóneas (masajistas, telefonistas) y la preparación de una serie de sistemas que aprovechan la mayor sensibilidad de las otras funciones sensoriales (por ejemplo, el tacto en la lectura, según el método Braille).